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FABIAN MRAD. PESCADOR Y ACUARELISTA


NOTA // Junio 2020


En esta nota Fabián nos cuenta de su vida y de su particular mirada sobre sus dos pasiones. Personaje muy solicitado y protagonista de las dos ediciones de la Expo Fly Fishing Patagonia. Esperamos ansiosos ver sus últimos trabajos en la Tercera Edición!!


Hola, soy Fabian Mrad, tengo 58 años, vivo en Buenos Aires, Argentina, pesco y pinto. La pesca y la pintura son dos caminos que comencé a transitar de chico y que continúan hoy en día. Y que no se terminan nunca, porque hay mucho para aprender y mejorar. Trabajé de Ingeniero Industrial 26 años y 6 años atrás decidí dedicarme a pintar de lleno, tuve el apoyo de mi mujer y nuestros hijos y así comencé el viaje.

Pintar para mí es como pescar, tratás de atrapar algo. Muchas veces casteás mal, o te enganchás en una rama, rompes la hoja y empezás de nuevo. Pero a veces,... a veces sacás un pez que ni sabías que estaba nadando en la profundidad de la hoja, me puedo sorprender con el efecto que conseguí para las escamas por ejemplo, y entonces me vuelvo varias veces al tablero de dibujo a ver el pez como si no pudiera creerlo. El agua en acuarelas te da una dimensión extra, creando formas impensadas previamente. Cuando empiezo a pintar hay un trabajo inicial, elegir varias fotos del pez, hacer algunos bocetos, preparar los colores, es como preparar las moscas, la caña, el wader y después empiezo, sin tener certeza del resultado en ambos casos, tratando de disfrutar del camino sin pensar solamente en el destino.

Pescar es otro gran misterio. Pesco en distintos ámbitos, pero ninguno me gusta tanto como la pesca de salmónidos en Patagonia. Para mi empezó cuando tenía 12 años y mi papa decidió que ese año las vacaciones iban a ser distintas, nos íbamos a ir a Bariloche y a San Martín de los Andes en casa rodante. El primer lugar donde intenté pescar fue en la boca del río Limay. Mi papá ya había estado pescando con éxito por ahí años antes durante su juventud; yo no logre ninguna captura, pero la Patagonia y su pesca empezaron a atraparme a mí. En el lago Hess nos permitieron utilizar un bote de madera, mi papa remaba con nuestras dos cañas arrastrando cucharitas a derecha e izquierda y en la de él hubo un pique, se veía una mancha borrosa plateada que cuando se acercaba a la superficie, cobraba energía y se iba hacia las profundidades otra vez y finalmente se transformó en una trucha arco iris.

En San Martin de los Andes estuvimos en el campamento del Automóvil Club Argentino. Había una arroyo con un pequeño puente de madera, cuando lo cruzabas se podía ver una trucha chica. Intenté pescarla varios días con todo lo que tenía pero fue imposible. Mi papá aprovechó para enseñarme a castear con sus viejas cañas de split bamboo. Fue otro comienzo. Antes de irnos del Campamento nos regalaron a mis hermanos y a mí a modo de recuerdo, una chapita de aluminio con el logo del Automóvil Club Argentino.

Esta temporada pasada, en 2019, fuimos con mi mujer y los chicos otra vez a San Martin y a Villa La Angostura. Trato de que Pablito y Franquito, mis hijos, se enganchen con la pesca. Evidentemente no tengo todos los conocimientos técnicos, ya que en palabras exactas de nuestro guía (a quien conozco desde hace 15 años y aprecio mucho), al verme castear dijo……”Fabián, castear bien es Ballet, y lo que estás haciendo vos es Kung Fu”. Mi familia me lo recuerda constantemente. Pero flotamos otra vez por el rio Chimehuin y los chicos pescaron y devolvieron un montón de truchas, todas con moscas secas. Que ellos pesquen no es tan importante por cantidad de capturas o medidas, pero en el camino van a ver la Naturaleza, a aprender a perseverar, a tener paciencia, a jugar limpio, a ganar y a perder. Y ojalá les queden los recuerdos a pesar del paso del tiempo. Entre mis reels de pesca hay una chapita de aluminio con la que me cruzo de vez en cuando y que no he perdido en 46 años. Verla es tener 12 años otra vez y estar en un puente de madera tratando de capturar una trucha chica.

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